Una escena familiar que recuerdo, desde que tengo uso de razón, es la de ver a mis padres a la hora del desayuno, cada uno con su periódico, poniéndose al día de las noticias antes de comenzar la jornada laboral. Antes, cuando no tenían tiempo para entretenerse, echaban un vistazo por encima a los titulares prestando atención sólo a aquellas noticias que eran de mayor relevancia. Ahora, como están jubilados, se pegan unos desayunos, como diría mi abuela, de “Padre y Muy Señor Mío” y se detienen hasta en los anuncios de “Cómo forrarse en dos tardes montando bolígrafos en su casa”.
Y quizás porque lo he visto desde pequeña, yo también tengo ese vicio diario de lector de prensa. Como no estoy jubilada, todavía ando en esa fase de “ojear” el periódico y seleccionar sólo lo que considero importante más dos o tres secciones que no me pierdo porque está garantizado el placer de la lectura. Reconozco que entre semana, gracias a la prensa digital, la cosa ha mejorado mucho. Ya no tengo que salir por la mañana a comprar los periódicos con las marcas de la almohada grabadas en la cara y las legañas aferradas a los ojos, me ahorro una pasta gansa y además tengo acceso a periódicos de otras comunidades como por ejemplo “El Diario Montañés”, “El norte de Castilla” o “La Voz de Galicia” donde hay firmas que me entusiasman. Eso sí, los domingos… Los domingos disfruto como un niño con bicicleta, perdón, con videojuego nuevo. Los domingos sí salgo a comprar los periódicos, con todos sus suplementos y sus toneladas de publicidad inútil, y cuando llego a casa me preparo un desayuno al más puro estilo británico y a disfrutar sin límite de tiempo. Y no les digo nada ahora que empieza el buen tiempo y salgo a la terraza, con vistas al mar. ¡Ja! Mejor que una marquesa.
Como os decía, entre semana que el tiempo es escaso, me detengo un poco más en lo que creo es importante (o al menos interesante) y en dos o tres secciones que no perdono porque sé, de antemano, que me van a hacer disfrutar. Dos de esas secciones están en el Diario de Mallorca que es el periódico que primero leo por aquello de que es “el de casa”. Lo primero que hago cuando lo abro, ya os lo he contado, es ir a la sección de humor para ver la viñeta de Santy Gutiérrez porque empezar el día riendo es fundamental para mí. Después “ojeo” el periódico y dejo para el final el artículo de opinión de Matías Vallés. Y ¿por qué para lo último? Pues porque después de los ardores de estómago que me suelen provocar ciertas noticias leer a Matías Vallés es como tomar un “Almax”. Me encanta como escribe, su sensatez y su ironía. Es el mejor remedio para evitar prender fuego al periódico después de la mala leche que te ha puesto.
Ahora que lo pienso, a lo mejor es mejor idea dejar para el final la viñeta de Santy y acabar riendo. Aunque no sé, Matías Vallés tiene a veces unos “puntitos de mala leche” que te hace descojonarte (perdón) de risa. Como por ejemplo con el artículo de hoy.